GRACIAS.

La pequeña palma estranguló el mango de aquel afilado cuchillo con toda la fuerza que sus manitos le permitieron. Era tanta la euforia y la embriaguez por desgarrar que revelaban sus ojos que, en otro contexto, cualquiera hubiese creído que la niña era una peligrosa asesina.
Con su pequeño dedo apoyado en la hoja del arma se ayudaba para apuntarle al bulto, apretando los dientes retrocedió el brazo y lanzó la puñalada y no se detuvo hasta escuchar el sonido de la gomosa piel descuartizándose. Un ruido neurótico cortó el silencio y comenzaron las risas.
Me encanta la lluvia, sentir el agua sobre mi piel, sobre mi pelo pero aquel día no fue solo agua y fue tan dinámica que atravesó las trincheras de mi piel me tocó el alma. Recuerdo que miraba hacia arriba, miraba como caían los objetos, fotos, plumas, jabones, caramelos, letras de madera, cartas, encendedores, instrumentos musicales, ropa interior de ambos sexos y mil colores, piercings, películas, huevitos kinder, rocklets, flores, cuerdas de guitarra, odaliscas que bajaban danzando, cigarrillos, anillos, chicles, entradas a cines y teatros, tazas de café con leche, muñecos, granos de pistacho, lentes de sol, alfeñiques de colores, habitaciones de telo, peces, gatos, perros, osos, ranas, morsas, monos algunos reales otros de peluche, otros de chocolate, otros de juguete, espejos que se rompían al caer al suelo, preservativos, chupetines colorados, cuentos, libros, lápices labiales de cacao, colgantes, aritos, lagos, diques, botecitos a pedales, celulares, computadoras, teléfono, cada uno con sus respectivas impagables facturas, tests de embarazo, moños de colores, ropas mojadas por otras lluvias...
Y millones de cosas que quedaron en el suelo y mi memoria no los quiso o pudo recoger.

GRACIAS MI VIDA POR REVENTAR ESA PIÑATA DE RECUERDOS PARA QUE DEJEN DE SER SÓLO ESO, Y COMIENZEN A SER DE NUEVO PARTE DE MI VIDA.